viernes, 1 de abril de 2011
Hatsumi Sensei. Bujinkan Dojo Taijitsu. Zen en Movimiento
A continuación os ofrecemos un relato sobre la vida de Hatsumi y de su Maestro, el famoso “tigre de Mongolia”. Uno de los capítulos de la autentica historia de las Artes Marciales no suficientemente conocida por todo el mundo. Asimismo completa el artículo un extracto de la entrevista, de esa pequeña “intrahistoria”, que rodeó el Taikai de Madrid; de las vivencias de los que acompañaron al Maestro, de sus comentarios, de sus enseñanzas.
Tomando Sake con un Gran Maestro. Kashiwa Japón siglo XIX
El anciano maestro se encontraba cansado. Se acercaba una nueva primavera y eso significaba que pronto cumpliría... ¡setenta años! El 10 de marzo de 1887 exactamente, nacía en la ciudad de Akashi, provincia de Hyogo, Hisatsugu Takamatsu.
Una sonrisa de complicidad iluminó su rostro al recordar a su padre, Yasabaru, también conocido por todo el pueblo como Gishin, en memoria de la fábrica de cerillas que abastecía al condado y a su madre, Fushi. Pero sobre todo, ahora, en el ocaso de su vida, se le representaba con mayor nitidez que nunca la figura de su abuelo materno, Toda Shinryuken Masamitsu, quiropráctico de profesión y con quien mantenía una relación muy especial...
Se preguntaba qué hubiese pensado su abuelo al saber que casó a muy temprana edad con la joven Tane a quien la naturaleza no le concedió el don de la fecundidad. A pesar de sus propias reticencias, aceptó complacer a su esposa adoptando dos niñas, pero eso no llenó el vacío que sentía en su interior... El vacío... y la carga que suponía ser el último Toda, daymios (señores) por tradición de la región de Matsugashima, en Ise, nobles samurai y que ocultaban tras las murallas de su castillo de Hosokiubi el mayor de sus secretos: ser celosos guardianes de una tradición que se remontaba ocho siglos atrás, cuando unos guerreros chinos (Cho y Yo Gyokko) llegaron al Japón huyendo de las convulsas guerras que azotaban el gran Imperio Chino durante la Dinastía Tang. Esa tradición no sólo era un compendio de formas de autodefensa personal, estrategia militar y tácticas de espionaje y ocultación, sino que incluía una forma de vida, de ser y de sentir, que incluía el conocimiento y respeto de la naturaleza, la defensa de la patria y el amor por la familia. Durante siglos, fueron perseguidos y exterminados, como en la famosa batalla de Iga no Ran, pero la forma tan peculiar de trasmitir sus conocimientos, de padres a hijos, y las sucesivas alianzas que, bajo la adversidad común, se entablaron entre diferentes ryus o familias, permitieron pervivir a través de los años a estos guerreros que se movían en la oscuridad del conocimiento, los guerreros de las sombras, los shinobi, también llamados... Ninjas.
En esos momentos se encontraba en el monasterio Tendei (en las montañas Hiei, cerca de Kyoto) intentando purgar sus errores de juventud, cuando, tras su vuelta del Manchukúo, protectorado japonés en el territorio chino de Manchuria, llegó a ser conocido por "Moko no Tora", el Tigre de Mongolia, por su fiereza e imbatibilidad en los combates.
Los avatares de la vida le habían conducido a esa situación, pero no fue esa su primera intención cuando el niño Jutaro, que así era conocido antes de cambiarse el nombre por el actual, comenzó a entrenar budo bajo la supervisión de su abuelo, en la disciplina de Shinden Fudo Ryu Daken Taijutsu. Aquel muchacho débil, introvertido y tristón, quería ganar un poco de autoconfianza y fortalecer su cuerpo para poder ingresar en el ejército, la ilusión de su padre; así que pasó un año asistiendo al dojo y sirviendo a los alumnos aventajados como "saco" de entrenamiento, recibiendo las proyecciones de sus compañeros mayores antes de ser aleccionado en su primera técnica. La disposición y trabajo del joven le hizo progresar tan rápidamente que a los trece años ya dominaba los secretos de esta escuela. Después de enseñarle Shinden Fudo Ryu, Toda le enseñó: Koto Ryu Karate Koshi Jutsu, Gyokko Ryu Kenpo Koshi Jutsu, Gyokushin Ryu, Kumogakure y Togakure Ryu Ninjutsu. Como muestra de su habilidad, fue motivo de admiración en todo el pueblo la forma en que el joven hizo frente en solitario a un grupo de numerosos delincuentes que tenían atemorizada a toda la provincia y que consiguió reducir aliviando a la propia policía local.
A los trece años dejó el colegio y se marchó a la George Bundow English School, en Kobe. En aquellos tiempos, no existían los complejos actuales, e instructores de cualquier estilo, asistían como alumnos a los dojos de otros maestros para completar su formación. Como más adelante diría el propio Takamatsu, lo más importante era sobrevivir y, para ello, cuanto más preparado se estuviese en todos los ámbitos del Budo y de la vida misma, mayores probabilidades habría de defenderse uno mismo, a la familia y a la nación. Así, en estos tiempos encontró a Mizuta Yoshitaru Tadafusa, quien le enseñó Takagi Yoshin Ryu Ju Jutsu. Prueba de su dedicación, a los diecisiete años recibió el Menkyo Kaiden de Mizuta y a los veintidós el Menkyo Kaiden de manos de su abuelo (licencia que otorgaba el gran maestro de una escuela, donde atestiguaba que estaba preparado para enseñar las técnicas de esa escuela. Esta licencia también era dada para potenciar, aún más si cabría, el entrenamiento).
A pesar de la enorme satisfacción que sintió al recibir de manos de su propio abuelo tan preciado galardón, no pudo evitar sentir un rictus de amargura al recordar que, ese mismo año, moriría... Pero, eso sí, tras haber cumplido su misión, trasmitir los Torimakis, los antiguos pergaminos donde se explicaban todas las técnicas de la escuela, se describía la historia y avatares de los miembros de la familia a través de cada generación, los tratados y acuerdos con otras facciones ninja, las valiosas armas...
El sol de primavera ya comenzaba a calentar y provocaba el deshielo de la fuente del monasterio que desembocaba en el pequeño estanque que estaba situado en el centro del patio. De la misma forma que cada gota, cada minúscula aportación de agua enriquecía el caudal hasta formar una entidad mayor, así había él ido formándose en el Budo gracias a las enseñanzas de diversas personas. El destino, o quizás su gran genio, le hizo convertirse, en todas ellas, en el sucesor de los secretos más celosamente guardados de cada maestro, y así poder transmitir, algún día, toda la ingente cultura que había acumulado tras tantas décadas de estudio... El problema era que, hasta el momento no había encontrado a la persona capaz de recibir el legado y honor de sus antepasados, no tenía entre sus alumnos al hombre digno de ser reconocido como Soke o sucesor. Pero él lo tenía claro: antes que desvirtuar la fama y honor de sus antepasados, destruiría su legado y moriría... triste, pero con honor. Así se lo encomendó Ishitani Matsutaro Takekage con quien tuvo la oportunidad de aprender Kuki Happo Bikken No Jutsu, algunas formas de Ninjutsu, Hon Tai Yoshin Ryu, Gikan Ryu y Shinden Muso Ryu. El destino, como tantas otras veces, se había aliado con él y le ofreció la oportunidad de estudiar con tan gran reputado maestro. La fábrica de su padre crecía gracias a la demanda existente y fue preciso contratar a un experto en seguridad y que ejerciese, a su vez, de guardaespaldas del patrón. Desde el primer momento, Ishitani y el joven Takamatsu entablaron una estrecha relación que iba más allá de la pura relación contractual. El vínculo maestro-alumno se reforzaba cada día más, hasta culminar asumiendo el joven una nueva rama de Ninjutsu.
¡Cómo añoraba el anciano aquellos días! Tan lejanos en el tiempo ya... La inquietud de su espíritu le hizo viajar a China, cuna de las artes marciales, para probarse a sí mismo. Curiosamente, al atravesar una región denostada históricamente por los japoneses, Corea, se encontró con Kim Kei-Mei, con el cual permaneció un tiempo perfeccionando su Budo. Su afán de conocimiento, unida a una destreza excepcional, le hizo dominar alrededor de dieciocho estilos diferentes, entre japoneses y coreanos... Y a fe que tanto sacrificio le serviría en un futuro....
En aquellos tiempos, era habitual que algún guerrero errante se personase en la sede central de alguna escuela y desafiase en combate a sus miembros para demostrar su valía personal y la superioridad de su estilo. Si el maestro era bastante anciano y no podría mantener el respeto de la escuela ante el retador, eran los Sempai o alumnos de mayor graduación quienes debían salvaguardar el honor del clan. Takamatsu peleó, de forma contrastada, en diecinueve ocasiones, de las cuales, tan solo siete fueron competiciones más o menos regladas; el resto, se dirimieron a muerte... La brutalidad de esos combates le hizo perder un ojo y la capacidad funcional de un oído.
La fama de "Moko no Tora", el Tigre de Mongolia, se vio aumentada de tal forma que llegó a dar clases de autodefensa a más de ¡ochocientas personas! Y todo ello, siendo japonés, en China...
Desgraciadamente, una grave enfermedad le hizo volver a su patria para curársela.... aunque su fama le precedía. Fue un gran honor para él ser nombrado presidente de una organización japonesa de artes marciales (Nippon Minkoku Seinen Botoku Kai), aunque el celo con el que mantenía su tradición, sólo le permitía enseñar Jujutsu, Bojutsu y Kukishinden Ryu, nunca Ninjutsu.
Prefactura de Chiba, Siglo XX
Ya estaba casi abandonado a su destino pero, inusitadamente, hoy tenía una extraña sensación... Un antiguo alumno aventajado, Ueno Takashi, le había comunicado que le visitaría un joven de extraordinaria habilidad, que estaba estudiando con él, y que en tan sólo tres años había completado su formación en Kobujutsu Juhappan, que incluía Asayama Ichiden Ryu, Shinto Tenshi Ryu, Bokuden Ryu, Kukishinden Ryu, Takagi Yoshin Ryu y Gyokushin Ryu.
Cuando por fin se presentó, observó un espontáneo gesto de miedo en su actitud. A pesar de encontrarse en la plenitud de la vida, contaba con veintiséis años, y de poseer una altura inusual para ser japonés, el joven no pudo manos que sentir un escalofrío al conocer al anciano maestro y observar, entre otros detalles, cómo manos y uñas podían transformarse en armas mortíferas con el adecuado entrenamiento. (para cortárselas necesitaba alicates de cortar acero)
Dijo que se llamaba Yoshiaki, hijo de Hatsumi, y que nació en Noda, prefactura de Chiba, el dos de diciembre de 1931. Como era habitual en este tipo de entrevistas, el joven relató con profusión de detalles toda su genealogía y los estudios que había llevado a cabo hasta entonces, con la intención de sumar méritos y ser aceptado como alumno. El maestro Takamatsu no se extrañó cuando supo que había comenzado sus estudios de Budo por mediación de su padre (hecho muy usual en el Japón de entonces) al regalarle a los siete años un bokken o espada de madera. Lo que sí le sorprendió fue conocer que ese muchacho, que hacía un tiempo se había cambiado el nombre por el de Masaaki, era alumno directo de grandes maestros consagrados hasta entonces, como Morihei Ueshiba o Jigoro Kano, de quien había conseguido el cuarto dan con tan sólo ¡veinte años! Esto probaba su habilidad, pero más aún el conocer que impartía clases en el dojo del maestro Yamaguchi, cabeza visible del estilo Goju-Ryu.
Siendo todo esto importante, no fue lo que más le llamó la atención, sino el intuir la gran persona con la que estaba tratando, hasta tal punto, que llegaría un día en que le dijese que él no llegaría a ser sólo un gran maestro del Budo, sino una gran persona en toda su dimensión....
El joven continuaba enumerando sus actividades: en el colegio practicaba la gimnasia y era el capitán del equipo de fútbol (deporte que utilizaba para mejorar sus técnicas de pierna de Artes Marciales); su espíritu inquieto y su afán de conocimiento le hizo formar parte del equipo de judo, boxeo inglés y del grupo de arte dramático (disciplina que él consideraría, con posterioridad, base del entrenamiento ninja). Su brillante expediente académico le permitió cursar estudios de medicina y compaginarlos con las clases de judo en la base norteamericana de Yokota Army Base. Impartiendo sus lecciones, confesó que se le originaron las primeras dudas en cuanto a la efectividad de los estilos que había estado practicando hasta entonces. Si las Artes Marciales se habían creado para que personas más pequeñas y débiles se pudiesen defender ante adversarios más corpulentos, ¿cómo era posible que los americanos, gracias a su mayor potencia física, venciesen en combate a luchadores japoneses más experimentados que ellos? Incluso él mismo, como instructor, fue "vencido" en un combate-estudio por uno de los gaijin extranjeros... Desde aquel día, su mayor obsesión fue encontrar el verdadero camino del Budo, la verdadera efectividad; y por ese motivo había acudido a él. No tardaría en comprobar lo acertado de su acción...
Durante el primer entrenamiento de prueba, no acertaba a imaginar cómo era posible que le pudiese realizar cuatro o cinco gyakus (técnicas diferentes, en especial luxaciones) al mismo tiempo. Tampoco había experimentado nunca esa extraña sensación de impotencia que le producía sentir que, en cualquier momento, aquel enjuto y cetrino personaje podría acabar con su vida. El dolor que le recorría por todas sus articulaciones y, aún más dentro, en su mismo ánimo, le producía la inquietud de conocer los secretos de aquella disciplina.
Así, durante quince años, trabajaba entre semana en su clínica de quiropráctico y destinaba los fines de semana a viajar trescientos kilómetros para recibir las enseñanzas de Takamatsu Sensei. Y, aunque éste había tenido multitud de alumnos, a ninguno le enseñó como a él y si algunos antiguos discípulos abrieron escuelas con nombres parecidos a los de los ryus originales, ninguno de ellos había entrenado, en verdad, con el Soke. De esta forma, cuando a los ochenta y cinco años de edad el Maestro Takamatsu fue enterrado en el cementerio de Kumedra, cerca de Nara, el dos de abril de 1972, Hatsumí Masaaki fue elegido sucesor y heredero de la antigua tradición ninja.
Madrid, siglo XXI
Sensei Yamashita 8º dan de Karate Goiju Ryu, acudió a saludar al doctor Hatsumi; una vez más quedo sorprendido por lo que su amigo Masaaki tenía montado en aquel polideportivo, me preguntó ¿Jesús, cuanta gente hay aquí metida? Sensei, no he tenido tiempo de contarlos pero pare en 900, -Humm-, y todos parecen de diferentes nacionalidades; unos 40 países Sensei, volvió a repetir su clásico -Humm-, la gente que conoce a Yamashita Sensei, sabe de su particular y profunda forma de expresarse, para mi fue una gran alegría que visitara los entrenamientos, es una gran persona y Maestro.
Al acabar el entrenamiento nos dirigíamos siempre directos a la habitación del hotel. Allí Ben Jones el interprete de Sensei, le traduce incluso antes de que hable, Noguchi San y Oguri San sus asistentes que regalaban simpatía y técnica por igual, mis hermanos de armas Brin y Natacha Morgan, su trabajo y apoyo fue muy importante para mí, teníamos el honor de recibir las clases más preciadas por todo artista marcial, recibir las palabras y sabiduría de un Genio del Budo en un salón de 20 metros cuadrados...
Como tantas otras veces Sensei nos hacia el "timo Japonés" es decir, por cada copa de sake que él tomaba, nos hacía tomarnos dos, con el sake en el paladar el maestro nos contaba historietas (algunas inconfesables...) y nos hacia participes de su saber marcial y de la vida....
Era alucinante ver como mientras nosotros estábamos literalmente hechos polvo él se encontraba a las mil maravillas, "juventud divino tesoro… ¡pero a los 70 años!"...
"¿Qué tal el día Sensei?, le pregunte,
Bien Jesús San, todo esta siendo muy interesante, ayer fue un día muy especial, la conferencia a los universitarios (Real Escuela de Arte Dramático) fue una gran experiencia.
La verdad Sensei, es que ellos esperaban un Maestro de Artes Marciales, conocedor del teatro tradicional Japonés y se encontraron con un Erudito en muchas artes.
Así es para mi fue como volver al pasado, al igual que ellos yo además de estudiar medicina, estudié Arte Dramático y en muchas de sus preguntas me sentí identificado con ellos.
Ellos disfrutaron mucho.
Verdaderamente el Teatro Tradicional Japonés y el Teatro Clásico Español tienen mucho en común dado lo racial de ambos tipo de actores, yo me licencie especializándome en Shakespeare y Moliere, pero también me gusto mucho Calderón de la Barca. El Teatro y la literatura española siempre me han gustado.
(Verdaderamente era sorprendente escuchar a mi maestro hablar de autores españoles como Calderón de la Barca, Lorca o Cela con perfecto conocimiento sobre los mismos).
También disfrute mucho ayer en los estudios de Budo Internacional, Alfredo es todo un artista, me gustaron sus cuadros, y en el reportaje fotográfico me encontré muy a gusto.
Sí, fue un encuentro lleno de positividad.
Es una revista de gran calidad, espero volver a ver a su director algún día. En este mundo hay gente con mucha sensibilidad y Alfredo es una de estas personas, gracias por llevarme allí Jesús.
Hablando de Pinturas, Sensei ¿qué le dijeron los críticos de arte en U.S.A.? (Hatsumi Sensei ha realizado recientemente una exposición en U.S.A.)
La exposición fue todo un éxito la critica del Washington Post y otros especialistas me han hablado de la posibilidad de exponer el año que viene en el Smithsonian (El museo más grande del mundo),
Sería una ocasión magnífica Sensei de que la gente viera mas allá acerca de las Artes Marciales.
Esa es mi intención, en el fondo todo mi trabajo esta enfocado a promocionar el Budo. Se que hay gente que ve las Artes Marciales de un modo superficial, como algo simplemente violento, por eso quiero llegar a ellos a través de mis pinturas como hizo el Maestro Takamatsu, a el le hubiera gustado estar aquí.
(Se queda pensativo…)
En fin, esté donde esté, estará disfrutando viendo esto… posiblemente este en el infierno… -
(Risas)
Yo también preferiría estar allí,
¿Por que Sensei?
Fácil, ¡seguro que estará dando autenticas palizas al diablo y disfruta sin límite de todo ello! -
(Risas)
Maestro ha habido muchas críticas con el asunto de los grados me gustaría que dijeras algo al respecto.
Hoy estáis aquí conmigo tú, Brin y Natacha y quiero comentaros algo acerca de los grados de la Bujinkan: muchos instructores no entienden de la importancia al dar un grado a un alumno y los dan muy alegremente yo firmo los certificados pero no conozco personalmente a las personas, es cada instructor el que conoce a su estudiante y el que debe de ser responsable de ellos, los grados no se otorgan solo por amistad.
(Sensei continuó:)
El verdadero grado es el nombre de cada uno de vosotros, todos saben quienes y que sois, no es necesario que la gente sepa que sois 13ª danes de la Bujinkan, son vuestro nivel y personalidad lo que hace que ganéis el respeto de los demás. Pero cuando los nuevos estudiantes llegan a un Dojo es necesario que entrenen duro durante cuatro o cinco años para optar al cinturón negro para a partir de ahí seguir progresando…
(Se hizo un silencio mientras el Maestro pensaba).
El aprendizaje es como el Ninjutsu: es el principio, pero no tiene fin; yo sigo aprendiendo y entrenando día a día. Estoy contento con el actual nivel, vosotros los Shihanes sois los que debéis continuar mi enseñanza pues tal vez este sea el último Taikai: el mundo esta loco y en guerra.
Sensei espero que esto no sea así y Ud. Siga viajando.
Jesús san, mi maestro me dijo que los buenos profesores no necesitan viajar, como mucho saldré dos años más a impartir seminarios, viajaré pero a mostrar mis pinturas, mis verdaderos alumnos seguiréis entrenando conmigo siempre como yo lo sigo haciendo con mi Maestro.-
Como habéis leído una conversación con el Doctor Hatsumi es algo muy enriquecedor, no solo su sabiduría marcial, verdaderamente única e irrepetible, sino por su alto nivel humano.
Fueron unos día felices para todos, pero especialmente para mí; gracias a mis compañeros de todo el mundo a mi hermano Alberto, Gallego y todos mis alumnos, mis hijos, mi mujer, (sin ella este gran evento no hubiera sido posible).
El Sensei se despidió de nosotros cuando entraba en la pasarela se volvió y me dijo:
¿Sabes una cosa Jesús San?…éste ha sido un Taikai histórico, Takamatsu Sensei hubiera sido muy feliz en Madrid...
Domo Arigato Sensei, hasta siempre...
Estoy convencido de que Takamatsu Sensei también tomó sake con nosotros...
Fuente www.budointernational.net
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